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Segundas Residencias de Otoño 2024

Las segundas residencias de otoño este año han contado con la participación de tres artistas, dos de ellas provenientes de Alemania y Polonia y una tercera española.

Por segundo año consecutivo las Residencias de Otoño se abren con la intención de acoger artistas que deseen enfocar su trabajo dentro de un contexto de cuidado y que participen del entorno como fuente de inspiración e intercambio. La temática de los cuidados, los vínculos, la pertenencia, los espacios habitados, han ido materializándose y cobrando forma a través de la exploración del lugar y los materiales, generándose un ambiente muy rico e inspirador.

 

Gemma Alonso de la Sierra nos cuenta: Estas dos semanas en la Casa Móvil me han permitido entrar en un tiempo más ralentizado en el que he podido observarme en el proceso creativo y, curiosamente, el resultado ha sido menos productivo de lo esperado (cuantitativamente hablando), pero muy fructífero en cuanto a experimentación, variedad y permiso para explorar formas antes poco frecuentadas.
Los espacios que ofrece la casa son en sí mismos fuente de inspiración, y ha sido un verdadero placer compartirlos con Alessa Joosten y Joanna Pottle, las compis artistas. Y la montaña, siempre me quedará la montaña.

 

Alessa Joosten nos habla sobre sus necesidades en la residencia: Vivo en un área metropolitana y viajo de ciudad en ciudad en tren todos los días. Deseaba pasar un tiempo más tranquilo en el que pudiera concentrarme en mí misma a través de mi trabajo artístico. Decidí experimentar con colores naturales. Y encontré otros materiales de trabajo en la naturaleza. Trabajo de forma intuitiva. Las formas, los colores o los objetos encontrados suelen darme el impulso para mis ideas. Mi trabajo se sitúa entre el diseño y el arte. Para mi estancia en Casa Móvil quise dejar abierto si tendría un producto final o simplemente experimentaría libremente.

 

Joanna Pottle describe así sus inquietudes: Si algo me han enseñado los últimos años es a preguntarme continuamente cómo podemos cultivar espacios lo bastante seguros (la seguridad entendida como construcción social) para albergar múltiples verdades e historias a la vez, así como anhelar espacios para practicar el cuidado, el descanso y el juego como formas de resistencia. Tenía ganas de explorar esto durante la residencia con otros artistas y curiosidad por explorar cómo podría verse a través de la lente de la intervención artística como una invitación a reunirse, conectarse y dialogar. Mi objetivo fue crear una nueva serie de «paisajes de la memoria» basados en la memoria local, el paisaje físico y cultural de Algodonales. Pretendí crear un lenguaje visual que entrecruce cómo los paisajes naturales y arquitectónicos locales sirven de testigos de la historia, de los relatos escritos y orales de la memoria colectiva y de los flujos y reflujos de la actividad humana.

 

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